Kukula nació en un pueblo relativamente aislado a una hora al norte de Tel Aviv. Sus pocos vecinos eran en su mayoría jubilados, muchos de ellos supervivientes del Holocausto. Como resultado su imaginación infantil se alimentó a partes iguales de fantasías de princesas e historias de terror de la Segunda Guerra Mundial. Así pues, el intento de conciliar el horror de la vida real con la dulzura de la vida fantástica surge como una temática casi constante en su obra.
Tras licenciarse en ilustración en 2003, Kulula dejó Tel Aviv y se fue a vivir al área de la Bahía de San Francisco, donde reside en la actualidad.
los cuadros de Kulula se basan en figuras femeninas que parecen muñecas, a menudo rodeadas por objetos que a veces tienen un significado simbólico claro y otras veces un significado oscuro. Su obra tiene influencias tanto del arte europeo clásico como de la cultura pop contemporánea. Las poses de las figuras de Kulula recuerdan a las de los retratos clásicos, aunque el estilo es manifiestamente moderno y con influencias pop. Las composiciones de Kulula revelan de este modo sus luchas personales mediadas por un rico patrimonio multicultural.
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